SEXUALIDAD Y EMBARAZO
Anticoncepción y sexualidad juvenil
Sin duda la comercialización de la píldora anticonceptiva separó los actos reproductivos
de los actos sexuales y por ello fue crucial para vivir una sexualidad más libre dentro del
noviazgo y del matrimonio, para retrasar la edad al matrimonio, para tener menos hijos
y para alargar la etapa de la adolescencia por varios años. Este potente descubrimiento
de los cincuentas ocurrió justamente antes de la construcción de las llamadas Culturas
Juveniles, un movimiento global que se expresó universalmente en la música, en la
sexualidad y en los movimientos pacifistas de los años sesentas.
El movimiento hippie de los Estados Unidos inauguró un movimiento mundial de
jóvenes en contra de la guerra y a favor de la paz, inventó formas diferentes de ser joven
frente a la generación de los adultos. Desde entonces las creaciones juveniles simbólicas
expresan una disputa generacional y una necesidad de ser diferentes: la forma informal
de vestirse y de peinarse, la ruptura con estereotipos masculinos y femeninos, hombres
de cabellos largos, camisas floreadas y medallones al cuello, mujeres sin maquillaje, con
pelo suelto y en minifalda, grupos musicales estridentes rompen con la música
tradicional que se escuchaba en los salones de baile. Con el lema “Haz el amor y no la
guerra” , la emergencia del Rock y la música moderna extendió por primera vez en la
historia una concepción más libre de la sexualidad entre los y las jóvenes hasta los más
diversos rincones del planeta.
La juventud mexicana de los setentas construyó las propias resonancias del rock y el
movimiento hippie de producción nacional al tiempo que tuvo acceso a la píldora
anticonceptiva. Emergieron movimientos de resistencia juvenil en que se sincretizaron
elementos de diferentes culturas. Además de consumir la música en inglés y las
propuestas estéticas de los de otros países que llegaron por los viajes y migraciones a los
Estados Unidos, se incorpora la vestimenta de los grupos indígenas locales y la música
folcklórica como parte de la defensa de la cultura propia y de los derechos humanos de
los excluidos.
Las generaciones actuales disfrutan de esta herencia cultural, hombres y mujeres
jóvenes son más libres y toman decisiones más autónomas en su vida sexual, aunque
sin duda, la vivencia de la sexualidad sigue siendo distinta en función de las identidades
de género. Pero esta situación va cambiando, la férrea moral católica que niega el placer
a las mujeres está siendo enfrentada con los discursos modernos de la equidad y del
placer.
Género y comunicación en el encuentro sexual
La búsqueda de equidad exige un esfuerzo constante para mejorar la comunicación de
pareja. La forma como vive la sexualidad cada hombre y cada mujer, pasa por
momentos de obediencia y rebeldía según múltiples factores. Se combinan sistemas de
parentesco y noviazgo con reglas de la herencia, del matrimonio y del divorcio, se
asumen distintas posiciones frente a la división del trabajo y frente a las normas
religiosas, familiares, escolares o legales, y se reacciona pluralmente ante los mensajes
de los medios de comunicación y las movilizaciones políticas. Pero como sujetos de
derecho, las personas no sólo se ajustan a las normas sociales, también contribuyen a
cambiar las reglas y las condiciones de la sociedad en que viven, y pueden actuar para
redefinir las libertades sexuales y extender su ejercicio.
La cabeza y el corazón no tienen por qué estar en guerra, por el contrario, el corazón
debería escuchar a la cabeza de vez en cuando. Cada pareja puede construir sus propios
estilos de vida sexual a través de la comunicación abierta, el respeto y la realización de
acuerdos. La mejor manera de vivir la sexualidad es a través de un acuerdo sexual
respetuoso entre la pareja, darse tiempo para hablar sobre los deseos, las esperanzas y los
miedos, sobre la sexualidad y el placer, sobre las expectativas y la sinceridad, además de
hablar sobre los anticonceptivos, el aborto y las formas de evitar una infección sexual. Lo
más importante es la forma en que una pareja se pone de acuerdo acerca de las prácticas
sexuales, expresa sus sentimientos y establece cómo ejercer los derechos y cómo cumplir
las obligaciones que corresponde a cada uno.
No todo lo que sentimos lo podemos expresar con palabras por eso hay que cuidar el
lenguaje y las expresiones no verbales, el tono de voz, el porte, los silencios y la elección
cautelosa de las palabras. La historia personal, las experiencias vividas en la familia de
origen, los espacios de poder, las necesidades heredades y aprendidas influyen en lo que
cada uno está dispuesto a dar y espera recibir.
Por la complejidad de la vida sexual, las emociones de desear y amar se puede vivir de
forma perturbadora. Las ideas tan estereotipadas sobre lo que es “ser hombre” y lo que es
“ser mujer” muchas veces perjudican las relaciones e interfieren con una vida sexual sana.
Es común que se aliente a los hombres a tener muchas parejas sexuales, a tratar a las
mujeres con poco respeto e incluso con violencia. En las mujeres se promueve la ignorancia
y la pasividad, y suele valorarse extremadamente el primer contacto sexual.
Hombre y mujeres se juegan la autoestima en sus encuentros sexuales, especialmente en
las primeras prácticas cuando la seguridad y la autoconfianza se ponen a prueba, el miedo
al rechazo, al dolor, a la aceptación y a la capacidad de “hacerlo bien” está atrás de estos
sentidos que cobran las primeras experiencias.
Algunas presiones propician conductas agresivas y peligrosas. El consumo de drogas y las
tasas de accidentes y suicidio son mayores entre los hombres que entre mujeres jóvenes.
Los hombres suelen consumir alcohol y drogas con más frecuencia que las jovencitas, pero
ellas también consumen y dan lugar a actividades sexuales arriesgadas.
La comprensión de lo que el otro siente es siempre un acercamiento incompleto, no se
puede entender ni comprender al otro más que hasta cierto punto, en cierta manera los
sentimientos ajenos son inaccesibles e inexplicables. Por eso la comunicación es el aspecto
más importante en la relación de pareja.
La expresión sexual es un derecho humano y es importante saber que al tener relaciones
sexuales el vínculo de pareja cambia, se comprometen más los sentimientos y la relación
es muy diferente que cuando sólo se comparten caricias y besos. Con el contacto sexual
se involucran las emociones de manera más intensa, se aceleran experiencias de
enamoramiento o se profundizan sentimientos amorosos de mayor deseo sexual y
necesidad del otro o de la otra, de dolor ante la distancia, de soledad y entre otros.
La decisión sobre cuándo iniciarse con alguien es muy personal y respetable. Hay
personas que desde el principio disfrutan ampliamente de las relaciones sexuales, hay
también quienes necesitan más conocimiento del otro para empezar, que esperan hasta
que se estreche la relación. Como ya dijimos, todo se vale, menos la imposición y la
violencia, se pueden tomar días, semanas, meses o años antes de pasar a los contactos
genitales, lo importante es que nunca sea una imposición, sino una decisión libre,
responsable e informada. Los contactos sexuales son tan variados como las fantasías de
quienes los realizan, y la elección de una pareja responde a diversos estilos y
orientaciones sexuales, la heterosexual, la homosexual o lesbiana, la bisexual. Además la
relación entre las personas puede incluir múltiples intercambios corporales según la
creatividad y la fantasía. Como el ser amado está cargado de nuestros ensueños y
construcciones mentales, al moldear su cuerpo llegamos a tocar en vivo nuestras
imágenes más internas. Con los acercamientos la tensión corporal va en aumento, las
caricias, la ternura, dar y recibir, crear y leer lo que el otro desea, puede ser un juego
intenso y duradero.
Embarazo no deseado
Uno puede preguntarse ¿por qué habiendo anticonceptivos ocurren tantos embarazos
no deseados?. Para responder a esta cuestión hay que saber que existen múltiples
barreras culturales y socio-económicas que explican la imposibilidad de evitar todos los
embarazos.
Muchas personas no saben de la existencia de anticonceptivos o tienen miedo sobre sus
consecuencias. Algunas mujeres se embarazan porque tienen dudas sobre su fertilidad y
una vez embarazadas se dan cuenta que no querían ser madres. Otra de las causas más
frecuentes es por un uso inadecuado o inconsistente del método anticonceptivo, o bien
por recurrir a los de menos efectividad, como el ritmo o el retiro. Pero también están los
casos de fallas del anticonceptivo que se estaba utilizando, pues no existe ningún
método 100 por ciento seguro, así que cualquiera puede caer en el margen de error o no
haber entendido la forma correcta de utilizarlo. Y finalmente, una violación es otra de
las causas del embarazo no deseado, las formas de violación son muy diversas y pueden
ocurrir con extraños o aún entre familiares, incluyendo el contexto matrimonial y de
noviazgo, como es el caso de relaciones forzadas por el marido o el novio que impone su
voluntad a la pareja.
Diversos factores contribuyen a que las parejas no usen métodos anticonceptivos
eficaces. La preeminencia de métodos femeninos hace que la responsabilidad recaiga
principalmente en las mujeres. Entre las jóvenes de las áreas rurales viven demasiado
lejos de las clínicas o centros de salud y otras no saben dónde pueden conseguirlos o no
pueden pagarlos, y también hay algunas cuyos novios o maridos se los prohíben.
También existen creencias erróneas que obstaculizan su acceso, es común el miedo a los
efectos secundarios a los métodos modernos, y el desconocimiento sobre la forma
correcta y efectiva de utilizarlos. Las regulaciones religiosas también son barreras para
algunas mujeres, sobretodo para las que tienen menos estudios. Las que tienen acceso a
niveles educativos superiores o tienen la oportunidad de ejercer un trabajo
extradoméstico no se ajustan a las normas religiosas que prohíben los anticonceptivos,
aunque se identifiquen con el catolicismo. En el uso de anticonceptivos entre
adolescentes y jóvenes se agregan otras barreras. En los centros de salud y entre el
personal del sector no hay una cultura de comprensión sobre los procesos psico-sociales
que atraviesan adolescentes y jóvenes, además hay una negación de las prácticas
sexuales que realizan, particularmente los solteros y solteras. En los servicios de salud
reproductiva prevalecen prejuicios y discriminación hacia quienes tienen relaciones
sexuales y no hay capacitación específica sobre los métodos preventivos más adecuados
para ellos y ellas.
Todas estas circunstancias se traducen en falta de servicios de salud reproductiva
amigables para la juventud y, a menos que estén unidos o casados, ni los solteros ni las
solteras recurren a solicitarlos.
En parejas solteras se ha observado que un buen número comienza utilizando el
condón, a medida que se fortifica el vínculo hay un abandono paulatino de este método
a favor del coito interrumpido y el ritmo, pero con el tiempo la pareja disminuye los
cuidados anticonceptivos y se embaraza. Pero afortunadamente en las últimas décadas
se ha incrementado moderadamente en México el uso de anticonceptivos modernos
principalmente por la educación sexual escolar y las campañas de salud
gubernamentales y no gubernamentales, así como por los medios electrónicos de
comunicación. Ha habido un aumento sorprendente en el uso del condón entre jóvenes
que se atribuye a las campañas de prevención del VIH/SIDA. Definitivamente, las
generaciones que supieron de la existencia del SIDA y del condón desde los primeros
años de vida, es decir las personas que nacieron al principio de los ochentas, son quienes
ahora recurren al condón al tener relaciones. Sin embargo no todos los usan, ni los que
sí, lo usan tan consistentemente como se requiere.
El decremento de embarazos no deseados y la moderación de la epidemia del
VIH/SIDA son evidencia de los avances logrados y de las dificultades implicadas en la
prevención. Hoy una de cada 14 mujeres son madres antes de los 19 años, mientras que
hace treinta años, una de cada ocho lo era. Proporcionalmente la disminución es de casi
la mitad, sin embargo ocurren todavía más de 300,000 embarazos en este grupo de edad.
En cuanto al VIH/SIDA la tasa acelerada de crecimiento que mostraban las áreas
urbanas se ha transformado en una tasa moderada, pero el rezago es preocupante, se
han registrado más de 60,000 casos cuya mayoría de víctimas son jóvenes.
Efectos del embarazo no deseado
Frente al embarazo no deseado existen diferentes percepciones y experiencias entre las
mujeres y los hombres. Cuando se da por abuso sexual o por violación el embarazo se
acompaña de crisis depresivas que dificultan la toma de decisiones y exigen servicios de
apoyo psicológico profesional. En los casos que hubo consentimiento sexual hay mejores
condiciones para tomar decisiones bien informadas.
Ante un embarazo no deseado existen tres opciones: continuar el embarazo y dar a luz
al hijo o hija, continuar el embarazo y dar al hijo en adopción, o también recurrir a un
aborto para interrumpir el embarazo.
En América Latina una tercera parte de los embarazos no deseados termina en hijos no
deseados y una tercera parte en abortos inducidos. En México la respuesta más
frecuente de las mujeres y de las parejas frente a un embarazo no deseado es continuarlo
y quedarse con la criatura, cerca de una quinta parte termina en aborto. Un porcentaje
muy bajo da en adopción al hijo o hija nacida.
RESOLUCION DE LOS EMBARAZOS EN MÉXICO
Nacimiento deseado 60 %
Nacimiento no deseado 23 %
Aborto inducido 17 %
FUENTE: GIRE/IMSS, Miradas sobre el aborto, México, 2002.
Hay evidencia de que en muchos casos el embarazo es resultado de un conjunto de
problemas que incluyen el fracaso escolar y la mala relación con los padres, los cuales
precipitan cambios inesperados en el ciclo de vida. Además de trastornos en la vida de
la madre y del padre joven que son muy trascendentes, tales como la necesidad de
trabajar o de aumentar los ingresos, cambios de domicilio y renuncia a viajes y
actividades recreativas, se requieren cuidados especiales antes, durante y después del
parto. En el caso de optar por el aborto es necesario contar con información y recursos
para recibir una atención segura.
En algunos casos, el novio presiona a su pareja para que aborte o bien para que tenga a
la criatura, otros apoyan la decisión de la mujer. En otras ocasiones, sobre todo cuando
los padres son solteros ocurren abandonos a la amiga o novia embarazada y hay casos
que mantienen poco o nulo contacto posterior con el hijo o hija. También hay muchos
casos de papás jóvenes que acompañan a la compañera durante el parto y durante los
primeros años de desarrollo del hijo.
Las mujeres experimentan mayores presiones ante un embarazo no deseado porque
habitualmente son ellas las que asumen la responsabilidad de prevenir el embarazo, y
porque es en su cuerpo donde se desarrolla el embarazo o el aborto. Es frecuente vivir
sentimientos ambivalentes ante un embarazo no deseado ya que la maternidad es tan
valorada en nuestra cultura que se puede vivir como una carga no prevista y como una
afirmación de la feminidad, al mismo tiempo. Existen medios sociales donde las jóvenes
son mejor tratadas y adquieren prestigio por el sólo hecho de embarazarse y convertirse
en madres, lo cual confunde a quien no se siente preparada para asumir tal
responsabilidad. Se trata de una enorme carga económica que se convierte en un
mecanismo de reproducción de la pobreza, es decir que en vez de impulsar la economía
doméstica, aumenta la probabilidad de seguir siendo pobre. En algunas ocasiones las
madres jóvenes recurren al trabajo sexual para mantener a sus hijos.
Hoy las jóvenes corren un riesgo de embarazo durante más años por dos razones: los
años fértiles de la mujer han ido aumentando debido a que la edad de la primera
menstruación (también llamada menarca) está bajando y además, la edad del
matrimonio está aumentando. Hay también riesgos médicos en el embarazo no deseado,
particularmente en las mujeres menores de 16 años: es frecuente el parto prematuro, el
aborto involuntario y, en los casos más graves es causa de muerte de la madre o del
recién nacido. Entre las mujeres indígenas el riesgo de muerte materna (muerte por
embarazo, parto o aborto) es tres veces mayor que en el resto. Las adolescentes son otro
grupo de riesgo, el embarazo prematuro está entre las principales causas de muerte
entre jóvenes de 15 a 19 años. La mayoría muere por hipertensión y hemorragias, el 8.4
por ciento muere por aborto inducido. Después de los 16 años de edad los riesgos no
son tanto médicos, sino de orden psicológico y socio-económico. Los estudios clínicos
han encontrado que cuando se embarazan las muy jovencitas recurren menos a consulta
prenatal y hacen intentos inseguros de abortar, aunque este último recurso ha
disminuido de manera inversamente proporcional al aumento del uso de métodos
anticonceptivos.
Dar en adopción es una alternativa real, aunque muy poco frecuente, para las personas
que no se atreven a decirse por un aborto. Es una decisión legítima y comprensible
aunque hay que considerar la complejidad emocional de vivir en carne propia todo un
procesos de gestación durante nueve meses, dar a luz para luego desprenderse de un
bebé, implica una enorme carga de pena y dolor tanto para la madre como para el nuevo
ser. Para algunas es más doloroso que abortar porque puede llegar a ser traumático
separarse de una persona ya formada, que creció en su vientre y a la que no verán nunca
más.
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